viernes, 6 de octubre de 2017



Se destruye el arte

El arte con su presencia inmóvil y espíritu simbólico, acostumbra a ser una víctima fácil de abatir. La destrucción de los templos de Bel y Baal en Palmira es el caso más reciente de vandalismo artístico que ha dado la vuelta al mundo, obra de Estado Islámico. El grupo yihadista también ha presumido últimamente de dinamitar algunas ruinas de la ciudad asiria de Nimrud, hacer añicos estatuas del Museo de la Civilización de Mosul (aunque los expertos afirmaron que la mayoría eran réplicas) o atacar a golpes de maza y disparos los restos de la ciudad histórica de Hatra.

El arte siempre es vulnerable porque provoca respuestas, porque inconscientemente puede devenir en prototipo”, explican las expertas en iconoclasia Beatriz Yoldi y Dimitra Gozgou, autoras del estudio "La destrucción del arte". Aunque las últimas noticias publicadas en los medios de comunicación tengan al Estado Islámico como protagonista ejecutor, este tipo de agresiones son tan antiguas como la propia humanidad. “El arte, las imágenes, la arquitectura… son símbolos con los que una comunidad se siente identificada y destruirlos supone un golpe bajo contra su idiosincrasia”, explica Pedro Azara, arquitecto y profesor de Estética y Teoría de las Artes de la Universitat Politècnica de Catalunya. “Los líderes asirios destruían monumentos y ciudades cuando conquistaban un territorio, era una manera de imponerse e infundir terror”, añade. Lo que no deja de ser irónico… El IE actúa como antaño lo hicieron las culturas que ahora está demoliendo a su paso por Iraq y Siria.


Muchas obras atacadas a lo largo de la historia se han podido restaurar o reconstruir, sobre todo en la actualidad. Es el caso, por ejemplo, del Partenón de Atenas, destruido por los venecianos en 1687 cuando asediaron la ciudad controlada por los turcos. El templo de Atenea, que se había convertido en el polvorín otomano, saltó por los aires ante el bombardeo veneciano. Tal y como lo vemos hoy es fruto de la reconstrucción efectuada en el siglo XX. 

Cuando llegue la paz, y si hay voluntad y recursos financieros, se podrán reconstruir los templos de Bel y Baal en Palmira”, explica Azara recordando los últimos edificios históricos que la mano del hombre ha hecho añicos. Un monumento siempre se puede reconstruir, y más si es de piedra,pero el daño humano es irreparable aludiendo al recién asesinato por parte del IE del arqueólogo de 82 años Jaled Al Asad, antiguo responsable de Palmira y uno de los grandes conocedores de la historia de estas ruinas. 


 Opinión

Para mi punto de vista lo que esta sucediendo en estos países, más allá de acciones individuales, es que los jefes de las grandes potencias mundiales quieren destruir el arte a toda costa.
Con campañas de destrucción masiva sin importarles nada,ni tampoco tienen respeto por la religiones y la historia de hace tantos años de estos monumentos.

   



Templo de Bel y Baal en Palmira


Partenón de Atenas


Museo de la civilización de Mosul (Nimrud)




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